Memorias y vivencias de Emilio Castillo Ramírez (8): La Posguerra (4) | Las Pedroñeras

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sábado, 7 de marzo de 2015

Memorias y vivencias de Emilio Castillo Ramírez (8): La Posguerra (4)



Memorias y vivencias de
Emilio Castillo Ramírez

Capítulo VIII:

La posguerra. (IV)

Más sobre Los maquis 
y, sentencia contra nueve  pedroñeros y uno de
Villaescusa de Haro

Después del estraperlo, cogimos otra marcha

Siguiendo con el relato de mis memorias, después de haber estado segando todo el agosto, y ya en septiembre, al haber dejado el estraperlo ¿qué tuvimos que hacer?, pensar en otra cosa para poder ir ganando algún dinero para no pasar hambre. Como nos juntábamos el Ángel "el Belmonteño”, el de la María Antonia, y yo, pues ella y la María, mi Mujer, fueron las que comenzaron a tostar garbanzos.

Los primeros que tostaron fue en una perola pequeña, lo cual que los sacaron muy buenos y no tostaron muchos ya que se trataba de probar a ver cómo los recibía la gente. A otro día, el Ángel y yo nos fuimos para Corral de Almaguer con judías, garbanzos crudos y los tostados. Allí hicimos mercado en la plaza, pero nos sobró algo de todo el género y al día siguiente nos fuimos para Lillo, un pueblo también de Toledo, no mucho más allá de Corral, e hicimos lo mismo: volvimos a hacer mercado y todavía nos sobró género; así que un día después nos fuimos para la Puebla de Almoradiel y por fin allí terminamos todo lo que llevábamos en el viaje, porque allí cogían muchas judías y patatas, y sobre todo las judías pensamos que podíamos cambiarlas por garbanzos y luego venderlas en el pueblo. Esto fue un descubrimiento que hicimos y desde aquel día ya seguimos tostando todas las semanas, aumentando un poco y nos íbamos para la Puebla de Almoradiel con los garbanzos tostaos, ajos, arroz y algo más. Los ajos los vendíamos, pero los garbanzos tostaos vimos que salían bien cambiándolos por habichuelas. Allí todo se quedaba y después cargábamos patatas para sembrar que luego en Pedroñeras nos las compraban o las volvíamos a cambiar por garbanzos crudos para después tostarlos. 

Con el género que traíamos de la Puebla, todos los lunes nos íbamos a Belmonte a hacer el mercado, lo cual se nos daba muy bien la venta. Así estuvimos dos años seguidos, parte del 45 y 46, yendo a la Puebla y los lunes a Belmonte. Ya un día supimos que en El Provencio se criaban muchas judías y patatas, probamos suerte haciendo lo mismo que el primer día que fuimos a la Puebla de Almoradiel dos años atrás. Se nos dio bien y desde entonces comenzamos a ir al Provencio porque estaba mucho más cerca, así que todas las semanas íbamos el sábado y todas las fiestas, porque allí, en el puñao que hacían para acompañar alguna cuervecilla, los garbanzos tostaos se conoce que les gustaban mucho. 


Los Maquis

Mientras tanto, en Pedroñeras y en la comarca, desde septiembre del 45 se empezó a hablar de los maquis como ya dije en el capítulo anterior. 

Quiero repetir que Fabián “Cavavegas” era también buena persona en el pueblo. Se oía que andaba por los montes con otros compañeros suyos, hasta que los cogieron y el gobierno de la dictadura les hizo un consejo de guerra y según sus hechos y los jueces militares, así los condenaron. A Fabián creo que le aplicaron treinta años de prisión, aunque con los trabajos que hizo cumplió menos años en la cárcel y, su padre también estuvo detenido algún tiempo, pero las personas de este pueblo les teníamos a los tres como personas muy decentes y buenas. 

Otro muchacho de San Clemente primo de Jesús “Motilla”, que estaba casado aquí con una muchacha del tío “Malteje”, también se tiró al monte porque no lo encerraran y resulta que fue peor. Lo localizaron porque de noche venía a su casa alguna vez y resulta que dejó a la esposa encinta y, claro, la vieron embarazada los guardias civiles y se figuraron que no estaría muy lejos el marido; lo tomaron por obra y pronto supieron donde estaba, por el guarda de La Encomienda que ya lo había visto varias veces según decían. Dio parte a la Guardia Civil y pronto lo cazaron. Dijeron que estaba calentándose en la lumbre cuando lo vieron y allí lo mataron junto al fuego. Estas cosas es muy triste y lamentable que ocurran entre las personas. Esto lo trajo la parte mala que hay en la condición humana, y paga siempre el más infeliz. 

Pues en el monte de Jareño y en el de Doval ocurrió lo mismo. Estos eran dos guardas, uno de aquí que se llamaba Luis “Babica” de apodo y otro de Belmonte. Pues a estos dos los mataron los maquis, como les decían, porque cuando venían al pueblo decían que los veían por ahí, y esa fue la causa. La cosa estaba entonces muy seria. Las guerras dejan muchos recuerdos. Que no veamos otra más en la vida. 

En aquellos días que duraron estas tragedias, tuve yo ocasión de ir a por bellota, a pesar de que por entonces no te dejaban de pisar por el monte y si te pillaban los guardas con la bellota te la quitaban; pues a pesar del riesgo, pude coger doce costales para criar diez gorrinetes que tuvo una gorrina negra muy grande que teníamos. 

©Fabián Castillo Molina


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